Así se quejaba a Déborah, a la que proponía organizarse de distinta forma en la cabaña o rotar los mejores puestos, algo que a la muchacha no le hizo demasiada gracia. Debbi, saturada de las protestas de Mariajo (está convencida de que se vuelve más insistente cuando la cámara está cerca), terminó por cederle su sitio de forma displicente para no escucharla más.
Los malos modos de su niña torturan más a Mariajo que un aguacero: "Debbie me está defraudando cada día más", reconocía. Por su parte, Déborah cada vez traga menos a su mami, hasta el punto que insinúa que podría faltar al sagrado precepto de La Familia, "no nominarás a otro anónimo".
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